Monumento a Cervantes
Otra de las grandes obras de Coullaut-Valera llegaría en 1915, cuando gana el Concurso Nacional para el monumento a Cervantes en Madrid, un proyecto que se eternizará, ya que no se inaugura hasta el año 1929.
Después de realizar el monumento madrileño a los saineteros, durante los años de la Primera Guerra Mundial Coullaut-Valera realiza el monumento a Campoamor de Madrid, en 1914, el monumento a Emilia Pardo Bazán de La Coruña, en 1916, el conjunto escultórico del panteón de los Marqueses de Linares, en 1917 o el monumento madrileño a Menéndez Pelayo.
Una de sus obras más reconocidas llega en 1918, nada menos que una plaza contigua a la Catedral y a los Reales Alcázares de Sevilla: el monumento a la Inmaculada Concepción. El arquitecto Juan Talavera y Heredia había elaborado en 1917 el proyecto urbanístico, que incluía la colocación final del conjunto escultórico. A pesar de que el proyecto tuvo la oposición de la Real Academia de Bellas Artes, se acaba realizando, llegando su inauguración el 8 de diciembre de 1918, día de la Inmaculada. La parte arquitectónica del monumento sigue el diseño del arquitecto regionalista José Espiau y Muñoz, mientras que Lorenzo Coullaut-Valera se encargará de la realización de las esculturas.
En 1919 se concluyen los trabajos en la llamada Glorieta de Covadonga (también conocida en sus primeros años como “de las estatuas”), junto a uno de los accesos al Parque de María Luisa de Sevilla, en un lateral de la Plaza de España. Coullaut-Valera realiza los grupos escultóricos alegóricos de “El Arte” y “El Genio”. “El Arte” simboliza la escultura, la pintura y la arquitectura, mientras que “El Genio” muestra a un joven que va acompañado por Minerva (diosa de la Sabiduría), y otra figura representando a la ignorancia vencida. Una mirada a la simbología clásica conectada a las ansias de modernidad de la época.