Susillo y Madrid

Tras la precipitada muerte de su maestro Susillo se traslada a Madrid. Tenía apenas veinte años. Allí conocerá las dificultades de cualquier artista para hacerse un hueco como creador. El propio escultor explicaba cómo “pasé el calvario de todos los artistas, tenía que trabajar para comer, no me era posible asistir a la Academia de San Fernando. Llegó un momento en el que tuve que irme de la casa de huéspedes porque no podía pagar, pero como el sereno me conocía, por 10 céntimos me abría la puerta de madrugada. Claro, tenía por cama un peldaño de la escalera…”

No llega a usar la influencia de su tío Juan Valera, por entonces afamado escritor, aunque asiste como oyente a algunas de sus tertulias. De hecho, conoce allí a los hermanos Álvarez Quintero, a los que llega a regalar un pesado relieve que transporta personalmente, ya que no tiene dinero para pagar un taxi que realice el trayecto desde el taller.

En esta etapa, encuentra una salida: “Los periódicos fueron mi salvación. Alquilé un estudio en la calle Villanueva por 22 pesetas mensuales y caí enfermo. Solo y sin dinero llevaba dos días cuando apareció mi amigo Enrique Peinador. “¿No tienes nada que enseñar?” Moví la cabeza negativamente. Cogió un relieve del estudio y antes de una hora volvió y me puso en la mano 15 duros.  Me explicó que había llevado el relieve a la Ilustración Española y Americana, donde lo habían comprado para reproducirlo.  Cuando me curé, fui a la Ilustración Española y Americana para dar las gracias y me encargaron nuevos relieves. También trabajé con Hojas selectas y Blanco y Negro. Eran ilustraciones de cuentos”.